martes, 2 de diciembre de 2008

MANIFIESTO ANTE EL ABORTO

MANIFIESTO “VIDA Y PROGRESO” ANTE EL ABORTO

Los abajo firmantes, a título personal, y haciendo uso de nuestro derecho a la libertad de expresión y de manifestación, comprometidos con el bien de la sociedad española a la que servimos y en la que trabajamos, y a nuestra Carta Magna, queremos ofrecer a la opinión pública nuestra reflexión sobre el aborto. Somos conscientes de que ha llegado el momento de mirar con sentido crítico y responsable nuestra legislación sobre una cuestión tan importante a la luz de los resultados que ha tenido en sus casi 25 años de aplicación. Deseamos ofrecer esta reflexión a la sociedad, a los medios de comunicación y a los responsables políticos para su consideración.Por ello, MANIFESTAMOS:

1.- El artículo 15 de la Constitución Española, primero de los que regulan los derechos fundamentales, dice expresamente: “Todos tienen derecho a la vida”, al igual que la Declaración de los Derecho Humanos señala en su artículo 3: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”.

2.- En la Declaración de los Derechos del Niño, proclamada por la Asamblea General de la ONU el 20 de noviembre de 1959 y ratificada por España, se reconoce explícitamente en su preámbulo que «el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidado especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento».

3.- Hace 23 años la ley orgánica 9/1985 de 5 de julio, estableció que el aborto, manteniendo su condición de ilícito penal, no es punible en tres supuestos muy concretos. A la vista de la legislación vigente no cabe hablar de un derecho al aborto. El Estado tiene por su parte el deber de garantizar que ningún aborto sea realizado fuera de esos límites.

4.- La práctica del aborto en España se lleva a cabo, en la inmensa mayoría de los casos, en fraude de ley, vulnerando los límites previstos por el legislador. Se apela en un 97 % de los casos al “grave peligro para la salud psíquica de la madre”, cuya acreditación no deja de ser un mero trámite formal y muchas veces absolutamente irregular (certificados estandarizados o firmados en blanco y también sin que el especialista entreviste a la mujer).

5.- En estos años un millón de personas han sido abortadas en España, con las consecuencias sociales, demográficas e incluso económicas que valdría la pena detallar.

PROPONEMOS:
- Hacer una reflexión de la verdad del aborto, al margen de opciones políticas o ideológicas, así como de intereses partidistas, económicos o empresariales.
- Realizar esta reflexión poniendo como único punto de partida las evidencias aportadas por la ciencia sobre el momento en que comienza la vida humana individual, distinta de la vida de los padres.
- Analizar científicamente la repercusión demográfica del aborto, las consecuencias de la disminución de la población española y la repercusión en el crecimiento del bienestar de la sociedad, y en el mantenimiento del sistema de pensiones y de Seguridad Social.
- Estudiar médicamente las consecuencias del aborto desde el punto de vista psicológico y psiquiátrico en las madres que lo han llevado a cabo, para explicarlas en el futuro a las madres que lo solicitan.
- El cumplimiento de las medidas propuestas por el Real Decreto 2409/1986, de 21 de Noviembre, que regula la práctica del aborto, en lo que se refiere a que “los profesionales sanitarios habrán de informar a las solicitantes sobre las consecuencias médicas, psicológicas y sociales de la prosecución del embarazo o de la interrupción del mismo” y “de la existencia de medidas de asistencia social y de orientación familiar que puedan ayudarle”.
- El establecimiento de una red pública de apoyo a las mujeres embarazadas para llevar adelante su gestación, a través de ayudas económicas, cuando fuesen necesarias, y de una asistencia integral que dé respuesta a las necesidades sanitarias, sociales, residenciales, de atención a la primera infancia y de formación para el empleo, entre otras.

Con todo respeto, deseamos terminar este manifiesto afirmando que:Las consecuencias del aborto en el bienestar de las mujeres, de las familias y de la sociedad española hacen urgente una reflexión en profundidad sobre esta cuestión. Queremos manifestar a los representantes políticos que sólo auténticas políticas de progreso pueden producir un avance en los derechos de los no nacidos, como ocurrió en la historia en casos como la esclavitud, las políticas eugénesicas arias, el trabajo de los menores o el voto de la mujer.El aborto ha resultado ser una mala solución, con infinidad de consecuencias no deseables, para los problemas que plantean a la mujer y a la sociedad, los embarazos en circunstancias difíciles.PEDIMOS que, en su lugar, se desarrollen políticas de progreso que conlleven un avance en los derechos humanos, amparando el derecho a vivir y a ser madre: decisiones que ayuden a las mujeres embarazadas a superar cualquier problema que pueda surgir durante el embarazo, para que lleguen con bien al final de la gestación.El siglo XXI exige de todos soluciones que sean respetuosas y solidarias con la vida de todos.

ADHIÉRETE A ESTE MANIFIESTO escribiendo a desarrolloyprogreso@gmail.com. Indicando tu nombre apellidos y DNI.

Pamplona, diciembre de 2008

10 motivos para estudiar religión en la escuela

1. Da sentido a la propia vida. La dimensión religiosa y moral aporta el sentido a tu vida, las respuestas a tus grandes preguntas, así como la orientación, el ejemplo y la palabra del mismo Dios sobre tu crecimiento en el bien y la verdad.
2. Es esencial para nuestro desarrollo humano. La dimensión religiosa y moral es una cualidad esencial en el ser humano. Para que el alumno alcance una formación plena debe desarrollar también su capacidad religiosa.
3. Ayuda a descubrir la verdad más profunda sobre uno mismo. La enseñanza de la religión católica da un paso más allá que la enseñanza de la cultura religiosa: responde a la necesidad más profunda y más radical que tiene el ser humano: el deseo de infinito, la búsqueda de una Verdad universal y única.
4. Enseña por qué amar, por qué esperar.Responde a tus grandes preguntas y aporta razones para amar, razones para creer y razones para esperar.
5. ¡Porque me da la gana!: la Constitución garantiza la libertad religiosa.La Constitución española garantiza la libertad religiosa (art. 16) y el derecho de los padres a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos: Los poderespúblicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. (art. 27).
6. Para un católico es una asignatura más, que los demás deben respetar.Los acuerdos para desarrollar esta asignatura establecen que debe existir una alternativa a la religión, que sea evaluable y que la religión tenga el mismo valor que cualquier otra asignatura. Nada de esto se cumple.
7. Es ayuda esencial para los padres responsables y coherentes.Es un derecho que los padres y alumnos deben exigir en la escuela. Un padre responsable y coherente lo pedirá para sus hijos: es básico para que el alumno cristiano adquiera la formación propia y para que conozca las raíces de la fe y su valor, en relación a los demás saberes.
8. Para comprender mejor nuestro mundo.Se estudia en el colegio, además de la catequesis que se recibe en la parroquia. Ambas no se identifican; son complementarias. El contenido doctrinal en ambas es el mismo, pero en la escuela se enseña como un elemento necesario para comprender su cultura y fundamental para dar sentido a su vida.
9. Hace más amable y digna la convivencia en el centro educativo.Enseña el respeto, el diálogo, el valor de la Verdad, la solidaridad, el compañerismo como características de la vida cristiana.Y por todo lo anterior…
10. Nos ayuda a construir una sociedad más justa, libre y pacífica.

No, por favor


Vaya por delante que soy una convencida de la escuela pública y mis dos hijas han ido siempre a la pública. Me parece que es de calidad y que los profesionales son realmente muy buenos. Desde ahí me atrevo a hablar. Hace unos días leí en su periódico la intención del Consejero de Educación, Pérez Nievas de volver a unir en un mismo centro a los alumnos de euskera y de castellano, de líneas distintas. Quiero contarle mi experiencia porque eso ya lo hemos vivido en Navarra y en mi familia fue un auténtico sufrimiento. Estuve involucrada en la apyma del instituto de mis hijas y las tensiones que vivíamos allí fueron constantes. En las reuniones de padres los temas habituales nunca eran educativos sino de cuestiones políticas. La tensión fue tan creciente que al final lo dejé y conmigo otros padres. A mis hijas les pasaba algo parecido, cualquier tema político, atentados, detenciones, jornadas de lucha, metía presión en las clases. Unos alumnos exigían a los otros la huelga, o la jornada de lucha, y era muy difícil plantar cara. Después llegó la decisión de separar a los centros según los modelos. Y todavía me acuerdo aliviada de aquella decisión. El instituto volvió a ser un centro escolar, y dejó de ser un lugar de agitación. Y me consta que hasta los profesores estaban más tranquilos en sus clases. También en el centro que quedó con el euskera mejoró su situación, había muchos menos enfrentamientos. Por eso le animó al Consejero a preguntar a quienes ya vivieron aquella situación a la que nos quiere volver a llevar, que pregunte a padres, a profesores y a alumnos. Yo por mí, por mis hijas y por mis nietos, le digo: no, por favor. Presiento que quiere empujar a mis hijos a la privada, y lo va a conseguir. M.I.I.

¿Es indiferente el estudio de la asignatura de la religión?

No hace muchas semanas Fernando Pérez Ollo, publicaba una semblanza del inolvidable Don Julio Caro Baroja. En ella se nos recordaba el aprecio que sentía Don Julio por los conocimientos que adquirió al cursar la asignatura de religión. Gracias a ellos había podido entender la cultura en la que estaba inmerso y desentrañar claves para su valoración e interpretación, no sólo de la cultura cristiana, sino del fenómeno religioso en general. Don Julio había estudiado en un colegio aconfesional y desde luego no parecía a simple vista ser una persona especialmente religiosa, aunque con finura nos contaba Don Fernando que en alguna ocasión lo vio santiguarse. Lo de no apreciar las enseñanzas de la religión viene ya de lejos. Recuerden que la asignatura en tiempos del franquismo se la consideraba una "maría", igual que la educación política y la gimnasia, que así se llamaba entonces a la educación física. De aquellos años, cuando el despertar económico, y la aparición de los "nuevos ricos", corría el chascarrillo atribuido a uno de estos adinerados cuanto ignorantes, que creía que un "auto sacramental" era el coche del señor obispo. ¿De verdad que la ignorancia es más loable que el conocimiento riguroso o la formación seria y cabal? ¿No importan lagunas culturales que nos dejan ciegos ante lo que nos rodea? Recuerdo que en el conocido pasaje de la novela de Martín Santos "Tiempo de silencio" en que el narrador describía de manera burlesca la confesión de Pedro a la regenta de la casa de prostitución; sólo los que sabían de religión comprendían que se trataba de una parodia; de la misma manera que no podían entender el sarcasmo hiriente con que describe el encuentro del protagonista con el chabolismo de Madrid comparándolo con el pasaje del Éxodo en que Moisés desde una colina contempla "la tierra prometida". Son sólo un ejemplo y un argumento menor, aunque válido, en pro del estudio de la asignatura de religión. Existen argumentos vitales y existenciales de no menor peso.

Clase de religión y clase de coherencia

Hace unos días recogía la prensa unas palabras del sr. Rodríguez Ibarra con las que nos pretendía ilustrar: "una cosa es la educación que se da en la familia y otra la que se debe dar en la sociedad para ser ciudadanos".Yo no soy expresidente de ninguna Junta pero sí soy una madre profesional de cuatro hijos y me atrevo a disentir de sus afirmaciones. Precisamente lo que deseamos los padres que ejercemos es que la educación de nuestros descendientes sea coherente y eso implica que lo que damos en nuestra familia sea lo mismo que pedimos se nos dé en la escuela que libremente elegimos para los nuestros.Los valores cristianos, mi religión es la católica, recogen precisamente los valores necesarios para una excelsa convivencia ciudadana: respeto, tolerancia, solidaridad, generosidad... Eso se resume en: Amor con mayúscula.Los padres tenemos voz, tenemos el deber de demostrar a nuestros hijos y con ello a toda la sociedad, que no estamos recluídos, que no sólo pagamos religiosamente nuestros impuestos sino que además, como buenos ciudadanos, queremos ejercer como progenitores y por ello demandamos que en todas las aulas, sean de propiedad estatal o de iniciativa privada, tengamos la posibilidad de elegir la clase de religión

La propiedad pública de los bienes de la Iglesia

La Diócesis de Pamplona realizó recientemente la inscripción en el Registro de la Propiedad de los inmuebles dedicados al culto o a la actividad pastoral denominados bienes de la Iglesia. El hecho ha despertado sus recelos por no decir el apetito de algunos munícipes. El Ayuntamiento de Huarte ha remitido recientemente a todos los ayuntamientos una propuesta en la que se pide la adhesión de las distintas Corporaciones para denunciar tal inscripción.
Debemos saber que no se trata de una medida tomada por la urgencia de los tiempos. La Iglesia española venía solicitando este acto administrativo ya desde los tiempos de la II República. Siguió pretendiéndolo durante los cuarenta años del franquismo. La legislación entonces vigente lo impedía. Los templos parroquiales abiertos al culto no se pudieron inscribir ni durante la república ni durante el franquismo. Fue a partir de 1998, a raíz de una modificación de la ley hipotecaria, cuando legalmente ha sido posible.
La inscripción en el Registro no otorga el derecho de propiedad sobre nada, simplemente hace pública, para salvaguardar derechos, las propiedades que han sido objeto de inscripción. Constata la titularidad de los bienes que ya se poseían. Es un acto administrativo de prudencia cuya primera consecuencia es que de hecho todo sigue igual. Sería necio imaginar que los bienes existentes en todos los rincones de Navarra, a partir de ahora, puedan ser llevados a un Museo imaginario, o como cabe en algunas mentes alucinadas, para adorno de la sede episcopal. La fórmula de la inscripción es absolutamente clarificadora. “A nombre del arzobispado para la parroquia de…”. Inscribe el Arzobispado porque la parroquia es una parte de la Iglesia diocesana, pero inscribe “para la parroquia de…”, asegurando así que el uso y disfrute de esos bienes es de la comunidad cristiana (el pueblo de Dios) en esa localidad.
No consideramos necesario recuperar la memoria histórica como queriéndonos curar en salud. Larga cuanto amarga es la experiencia de la Iglesia en asuntos de expropiaciones y robos descarados principalmente a partir de la invasión francesa cuyo segundo centenario vamos a conmemorar. Penosa es la historia de la destrucción del patrimonio artístico español en general, pero sobre todo del religioso, a lo largo de los siglos XIX y XX. No fue sólo la desamortización de Mendizábal. Leyes se publicaban para protegerlo; pero las incumplían hasta las mismas autoridades. Véanse los cinco tomos escritos por Don Francisco Fernández Pardo y publicados en el 2007 por Fundación Universitaria Española con el título Dispersión y destrucción del patrimonio artístico español. Junto a las ambiciones de los entendidos aparece la rabia antirreligiosa de otros. En la Gaceta del 22 de septiembre de 1836 aparece la R.O. que invitaba a “hacer desaparecer del suelo a la mayor brevedad posible esos góticos monumentos, signos del fanatismo y de su aliada la tiranía”. No olvidemos que como consecuencia de todas esas medidas y atropellos los ricos se hicieron más ricos y el Estado no consiguió sanear sus arcas.
Evidentemente no han sido estas las motivaciones que han tenido en cuenta los gestores de la inscripción en el Registro de la Propiedad. Bien se sabe que cuando los tiempos se emborrascan, sirven de poco ni documentos ni registros de propiedad ni derechos ancestrales. Sin embargo nunca es malo conocer de cada cosa al dueño porque, en el peor de los casos, siempre se podría conocer al usurpador.
Otras miras más de cada día han propiciado la gestión:
- La suscripción de seguros comunes para todas las instalaciones y actividades de la Iglesia católica en toda la diócesis.
- La consecución de préstamos o servicios financieros de todas las actividades de la Iglesia de manera conjunta, con lo que esto puede suponer de beneficio.
- La liberación del párroco de la carga que puede suponer la gestión, mantenimiento, alquiler, etc. de las propiedades de la Iglesia en su localidad. Y otras por el estilo.
El asunto nos brinda la ocasión para clarificar algunas cuestiones importantes. La situación actual en las comunidades humanas de nuestros pueblos y ciudades presenta una fragmentación ideológica, política y religiosa que contrasta con la unidad que caracterizó a nuestros antepasados. Un signo evidente son los templos católicos que se yerguen cimeros en el horizonte de todos los municipios, por minúsculos que sean. Las ermitas, las iglesias monumentales o humildes, lo mismo que las fiestas patronales o las romerías se consideraban naturalmente como pertenecientes al patrimonio cultural y vital de esa comunidad. Pero el pueblo y la casi totalidad de sus habitantes se consideraban católicos, es decir, feligreses, hijos de la Iglesia, que no otra cosa significa feligrés. El pluralismo de nuestros días ha roto la unidad espiritual. Algunos se han alejado de la fe de sus mayores. En modo alguno es admisible que los bienes eclesiásticos que se encuentren en el solar de los pueblos, se consideren pertenencias de los Ayuntamientos como cualquier otro bien municipal. El titular es el que ha sido siempre, la Iglesia diocesana, y destinada, como siempre, a la parroquia y sus parroquianos. Abierta a todos, eso sí, pero para celebrar la liturgia y atender la pastoral, o sea, a la atención espiritual de los creyentes y, en su caso, a lo que determine el titular.
Pocos lugares hay tan públicos en un pueblo como los locales de la Iglesia. En ellos no se exige entrada, se recibe a todo el mundo, no hay que demostrar pertenencia a nada. Son lugares mucho más públicos que las piscinas o los polideportivos “públicos”, que legítimamente exigen carné, o pago de cuotas. Por eso nos viene a la mano el viejo refrán: cada uno en su casa y Dios en la de todos.